La enfermedad metabólica hepática grasa (hígado graso) es una patología emergente que puede presentar diversas formas clínicas, desde situaciones iniciales de la enfermedad como la esteatosis simple, a una inflamación del tejido hepático como es la esteatohepatitis no alcohólica, que se caracteriza por la inflamación del hígado y puede progresar a cicatrización avanzada (cirrosis) e insuficiencia hepática. Este daño es similar al daño causado por el consumo excesivo de alcohol.
¿Por qué se desarrolla el hígado graso?
La incorrecta alimentación es uno de los factores más importantes del desarrollo y progresión del hígado graso no alcohólico. En general, la dieta occidental que seguimos en la actualidad, con una alta densidad energética, rica en productos procesados que aportan grasas trans, grasas saturadas y colesterol, así como la presencia de bebidas azucaradas incrementa la adiposidad visceral y estimula la acumulación hepática de grasas y la consiguiente progresión de la esteatohepatitis no alcohólica.
¿Qué factores y nutrientes pueden prevenir el hígado graso?
Restricción calórica
En los pacientes con hígado graso que habitualmente son obesos, se recomienda una dieta baja en calorías, debido a que el aporte de energía de la dieta es el factor más importante que influye en la cantidad de grasa en el hígado.
En general, el aporte de energía es el factor más relevante a la hora de disminuir la acumulación de grasa en el hígado, por lo que se debe recomendar reducir la ingesta calórica a todos los pacientes con hígado graso con sobrepeso u obesidad, siendo suficiente restricciones calóricas entorno a las 500 kcal al día, acompañadas de pérdidas de peso superiores al 5% para disminuir la esteatosis y al 7-10% para disminuir la inflamación.
Carbohidratos
Como hemos comentado previamente, la restricción calórica de 500 calorías al día podemos realizarla a través de una disminución de los hidratos de carbono o de las grasas, pero es necesario indicar que también es importante la procedencia y calidad de estos hidratos de carbono y grasas. De este modo el efecto de los alimentos ricos en hidratos de carbono con alto índice glucémico, sobre la resistencia a la insulina puede influir sobre el depósito de grasa en el hígado.
Se ha demostrado una asociación significativa entre un índice glicémico de la dieta ≥ 58 y el desarrollo de esteatosis hepática.
Dentro de los hidratos de carbono merecen especial atención el monosacárido fructosa. Los estudios existentes demuestran que el consumo de fructosa produce un aumento del tejido adiposo visceral, hipertrigliceridemia y resistencia a la insulina.
Grasas
Los omega 3 han demostrado que reducen la grasa a nivel hepático, además de producir una mejoría de las enzimas hepáticas. Los mecanismos por los cuales los omega-3 son beneficiosos en el hígado graso pueden explicarse por su participación en la regulación al alza de la expresión génica de sensibilizadores a la insulina, y en la reducción de vías inflamatorias. El ácido omega-3 más beneficioso es el DHA (Docohexaenoico), y en segundo lugar el EPA (eicopentaenoico).
Fuente
Rocio Aller de La Fuente, Natalia Fernández Angulo, Daniel de Luis Roman. (2019). Nutrición en el hígado graso no alcohólico. Revisión. Nutr Clin Med 2019; XIII (2): 89-98. DOI: 10.7400/NCM.2019.13.2.5075.
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